Hay instantes de paz que son tan valorados por todo lo que contienen, porque nadie podría saber lo que cuesta llegar a este lugar en el que puedo asegurar que hoy habito.
Ahora que logro evocar con dulzura lo que quedó atrás, sonrío y guardo con amor lo que ya fue, incluso las lágrimas derramadas tan necesarias para que se ablanden los pensamientos dañinos y salgan dejando limpio el corazón.
Pero llegar aquí no solo es mérito propio, hubo seres que estuvieron sosteniendo mi mano para evitar que caiga, seres que un día te tocaban la herida con el fin de que sangre y respire y no te infecte por dentro y luego te cambiaban las lágrimas por sonrisas como bálsamo que cura todo; seres que no se rindieron y permanecieron a pesar de su propio dolor.
Esos seres que llamamos amigos verdaderos, porque sí, es verdad, existen y podría asegurar que son ángeles que Dios te envía, a veces disfrazadas de hadas madrinas o estrellas que brillan en la noche más oscura o guardianes con traje de caballeros.
Porque un amigo es eso, el remanso de paz necesario, un refugio al que siempre acudes, un infinito de sonrisas, una casita del cielo.
A ellos, mis fieles amigos van dedicadas estas letras como mi homenaje y agradecimiento.
Es necesario el homenaje a los amigos que te ayudan y te sostienen siempre.
Gracias querida por acercarte a este lugar tan íntimo y querido. Abrazo.
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¡Que bonito tu recuerdo a los amigos!
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